Historia
Síntesis histórica de Arequito
Carlos Casado del Alisal fue un gran empresario inmobiliario y financiero. En 1887, se inauguraba uno de los tantos ramales de rieles, así que el 4 de noviembre se habilitaron las estaciones Palacios, Arequito, Los Nogales y San José de la Esquina.
ANTECEDENTES DE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA.
Arequito como hoy lo construimos es un complejo de tiempo y tramas históricas que podemos abordar desde el momento en que estas tierras pertenecían a los Pueblos Originarios que se relacionaban con esta enorme llanura biodiversa. Es nuestra intención exponer aquí, la base historiográfica y los análisis que de ella se puedan desprender, respecto de la propiedad de la tierra en el distrito Arequito, en los albores del siglo XXI.
Los registros de propiedad con base jurídica de acuerdos a legislaciones de la colonización española comienzan a aparecer en el año 1676 cuando las adquirió Antonio de Vera Mujica, y vendidas por su hijo del mismo nombre maestre de campo Antonio de Vera y Mujica a la Compañía de Jesús en 1719. En 1767 los jesuitas son expulsados del continente por su crecimiento exponencial y su capacidad para disputar poder con la Corona Española.
Por eso, al año siguiente estas tierras pasaron a manos de la Junta de Temporalidades perteneciente al Cabildo de Santa Fe. El Estado en su organización virreinal tomaba partida de la administración de la tierra y su defensa, al mismo tiempo que el Sistema de Comunicaciones y relaciones políticas. Veinte años después de la adquisición de tierras por parte de la Junta de Temporalidades, figura el nombre de Braulio Areco en el Libro de Títulos de Maestros de Postas, el día 28 de Julio de 1788, para brindar servicios a determinados viajeros y viajeras, creando la Posta de Arequito.
Arequito Es conocida como la Capital Nacional de la Soja.
La Sublevación del Ejército del Norte en la Posta de Arequito.
Nos remontamos a la ruptura del vínculo político administrativo con España en 1810, que dio origen la crisis del orden preestablecido y trajo aparejado la elevación de la élite criolla como conductora del destino de lo que había sido el Virreinato y con el propósito de transferir a Buenos Aires el poder que antes había poseído la metrópolis. Desde entonces se percibió un inminente estado de guerra, por un lado España acechaba con sus expediciones militares desde el Virreinato del Perú, y por otro lado el interior había comenzado a manifestar su falta de aceptación.
El otorgamiento de facultades cada vez más dilatadas a los jefes locales, quienes eran responsables de canalizar los medios para continuar con los enfrentamientos armados, además de su ascendencia sobre la población, fue consolidando la supremacía de éstos. La concentración de poder que se efectúo a través de la creación de una Ejecutivo unipersonal – el Directorio- no modificó la situación que se había desencadenado en el resto de las Provincias Unidas, donde el desapego del Interior y la creciente oposición del litoral ante la hegemonía porteña fueron planteando las divergencias existentes respecto a la conducción revolucionaria. La adhesión del Litoral a la causa Federal se sustentaba en la oposición a que Buenos Aires siguiera usufructuando sus riquezas.
Al comenzar el año 1820, el país se hallaba en un completo estado de descomposición. El centralismo gubernamental de la revolución evidenciaba notorias fallas en su estructura, que se hicieron más evidentes después de declarada la Independencia. En esa doble lucha que el gobierno pretendía llevar a cabo, se evidenciaba por un lado, el triunfo no logrado ante los realistas y por otro, el debilitamiento que se iba presentando al ser vencidos en cada una de las batallas cuando se enfrentaban a las provincias federales de Litoral.
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